martes, 2 de junio de 2015

Mecánica

Camina bajo la cenicienta lluvia mientras se pregunta qué hace aquí, no tiene amigos, no tiene familia, quiere suicidarse.
Sujeta con fuerza el cuello del abrigo mientras nota como el agua le cala el gorro de lana, no lleva rumbo fijo y sólo tiene vista para las roídas punteras de sus botas. Tiene frío, no porque su cuerpo vaya prácticamente desnudo bajo el abrigo, es su alma la que no entra en calor.
Una voz metálica atrae su atención,  sus ojos se encuentran con un robot programado para el sexo. El autómata simula el cuerpo de una mujer, lleva únicamente ropa interior y en su cabeza intenta entender como un cuerpo de metal recubierto de piel sintética que no tiene sentimientos  ni siente el frío de la noche, puede ser la imagen más horrorosa que ha visto en la vida, la imagen es repugnante, se escandaliza, se indigna, pero se deja llevar y entran en el ruinoso edificio.
En aquella habitación, en aquel hotel, un androide hablaba de forma sensual, frente a él, un alma sin vida no levantaba la vista del suelo. El robot, ajeno a lo que ocurría dentro de su cabeza se acercó,  suavemente apartó los brazos del abrigo y se lo quitó. La prenda cayó a plomo y descubrió un cuerpo delgado enfriado por la lluvia, tembloroso, pero que irradiaba necesidad, necesidad de amor, de cariño, de importancia, un cuerpo que abrazó a un ser mecánico sin sentimientos y lloró. Los cuerpos empezaban a fundirse y la realidad, como un puñal se clavó en su mente, se asustó recogió el abrigo y huyó tan lejos como pudo.
La lluvia le golpeaba la cara mientras corría entre la gente, los apartaba a toda prisa golpeándose contra ellos, recibiendo insultos y quejas, llegó a otro edificio y subió los tramos de escalera por instinto y ante la puerta que daba a la azotea se arrodilló para recobrar el aliento. Rato después salió al exterior  caminó con la vista al frente hasta el borde del edificio.
Miró sus pies desnudos largo rato y al alzar la vista estaba al lado de aquel androide de placer, sus miradas se cruzaron y sus cuerpos volvieron a fundirse en un abrazo en caída libre, camino de la liberación, camino del asfalto.

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