lunes, 22 de junio de 2015

VIVE

Intento saber cómo sentirme, porque lo que busco es un sentimiento concreto, ese que a veces transmite la gente, algo blandito  mullidito donde sentirme agustito.
Leo vivencias de otras personas, sus viajes, sus vidas, obras y milagros varios, y los envidio mucho muchas veces. Porque lo que tienen no lo tengo yo y quiero vivir algo parecido.
Más nada porque me siento un preso del día a día que otra cosa, John Rambo quería vivir así, pero claro, yo no soy un héroe de guerra condecorado caído en el olvido que sólo tiene cuatro películas… Intento buscar más vivencias, más independencia, más vida…
Es todo lo que todo el mundo quiere, viajar, amar, el ser una especie de más yo, o al menos eso es lo que nos venden. Quiero ser libre y vivir sin más intenciones que las que no son consumistas, obligatorias, católicas apostólicas o lo que mierdas signifique eso, reivindico el yo.
Pero también pienso en las cosas que me gustan de la gente e intento profundizar en ello, qué les ha costado, qué han sacrificado, que han tenido que pasar para llegar ahí, porque siendo sinceros solo vemos el resultado de los azares de la vida.

Vivir lo resume todo, y vivir lo tuyo, lo propio y lo patrio de ti mismo/a a través de tu propio cuerpo, porque si pones vivir mi vida en el buscador… sólo verás a un cantante. Vive según lo que tengas, tu momento y tu circunstancia, vive lo que no han podido vivir otros, vive por ti, para ti y con los demás, que para los demás es más complicado, sigue y avanza, me reitero: VIVE. (Pero vive tu vida insensato, que la de los demás ya está ocupada)

martes, 2 de junio de 2015

Mecánica

Camina bajo la cenicienta lluvia mientras se pregunta qué hace aquí, no tiene amigos, no tiene familia, quiere suicidarse.
Sujeta con fuerza el cuello del abrigo mientras nota como el agua le cala el gorro de lana, no lleva rumbo fijo y sólo tiene vista para las roídas punteras de sus botas. Tiene frío, no porque su cuerpo vaya prácticamente desnudo bajo el abrigo, es su alma la que no entra en calor.
Una voz metálica atrae su atención,  sus ojos se encuentran con un robot programado para el sexo. El autómata simula el cuerpo de una mujer, lleva únicamente ropa interior y en su cabeza intenta entender como un cuerpo de metal recubierto de piel sintética que no tiene sentimientos  ni siente el frío de la noche, puede ser la imagen más horrorosa que ha visto en la vida, la imagen es repugnante, se escandaliza, se indigna, pero se deja llevar y entran en el ruinoso edificio.
En aquella habitación, en aquel hotel, un androide hablaba de forma sensual, frente a él, un alma sin vida no levantaba la vista del suelo. El robot, ajeno a lo que ocurría dentro de su cabeza se acercó,  suavemente apartó los brazos del abrigo y se lo quitó. La prenda cayó a plomo y descubrió un cuerpo delgado enfriado por la lluvia, tembloroso, pero que irradiaba necesidad, necesidad de amor, de cariño, de importancia, un cuerpo que abrazó a un ser mecánico sin sentimientos y lloró. Los cuerpos empezaban a fundirse y la realidad, como un puñal se clavó en su mente, se asustó recogió el abrigo y huyó tan lejos como pudo.
La lluvia le golpeaba la cara mientras corría entre la gente, los apartaba a toda prisa golpeándose contra ellos, recibiendo insultos y quejas, llegó a otro edificio y subió los tramos de escalera por instinto y ante la puerta que daba a la azotea se arrodilló para recobrar el aliento. Rato después salió al exterior  caminó con la vista al frente hasta el borde del edificio.
Miró sus pies desnudos largo rato y al alzar la vista estaba al lado de aquel androide de placer, sus miradas se cruzaron y sus cuerpos volvieron a fundirse en un abrazo en caída libre, camino de la liberación, camino del asfalto.