viernes, 26 de diciembre de 2014

Correr

Correr, eso es lo único que le quedaba, corría a través de la noche, de los arbustos, esquivando arboles, piedras... por que correr significaba vivir. No podía volver la vista atrás, la luz de la luna no atravesaba las copas del los arboles, y mirar atrás solo significaba perder la única oportunidad que le quedaba para sobrevivir. No recuerda nada de lo ocurrido para llegar a esto, solo el correr, el cansancio, el dolor en las piernas... correr o morir.
Sentía que lo que le perseguía estaba cada vez mas cerca, no podía distinguir si eran pisadas de animal u otro ser humano, el miedo le empujaba adelante sin dejarle tiempo a estudiar la situación. Los pequeños golpes que recibía de arboles y arbustos tampoco le daban mucho margen para estudiar a su perseguidor. El cansancio era cada vez mayor y ya casi no respirar, la adrenalina dio paso al dolor. Hasta que una piedra le hizo caer de cara, no sintió dolor alguno al caer, solo notó que los pasos detrás de el disminuían, seguía sin distinguir si era un animal o las pisadas de dos humanos, el miedo le paralizó, no podía levantar la cabeza del suelo, respiraba muy fuerte, las hojas del suelo se metían en su boca ahogándole, el corazón latía descontroladamente, las pisadas cesaron y podía notar que estaban a su lado, cerro los ojos con fuerza, apretó los dientes con tanta energía como para romper un metal.
Entonces noto un roce en su espalda, del susto final se reincorporó, agitado, sudoroso... para comprobar que se encontraba en su habitación y que su madre le había despertado por que llegaba tarde al colegio.

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