miércoles, 28 de octubre de 2015

HUIR PERSONALMENTE

La ansiedad y el nerviosismo me están estrangulando la traquea. No puedo respirar y los nervios evitan que me relaje, dormir duermo, pero como si fuera una siesta mal echada, de esas que te dejan más K.O. que un derechazo de Tyson.
Me encuentro en el medio de dos trenes de mercancías que van a colisionar, moriré aplastado, sin duda.
Huir es ese martilleo constante que teje mi cerebro, se repite como los unos y los ceros en el lenguaje binario, como comida altamente especiada en un estómago sensible. HUIR.
Quiero esconderme en Corea del Norte, desaparecer y desconectarme del mundo, vivir desenchufado de redes tejidas en mi mente por los demás. Quiero estar solo, alejarme del ruido, redescubrirme y vivir en paz, así no puedo, así explotaré y a ver quien lo pinta todo de nuevo, quiero VIVIR.
No es tan difícil dejar a uno vivir en paz, darle un poco de espacio, lo difícil es pedirlo y que te lo den sin rechistar, "por que abandonas a la gente" y no quiero que la gente me abandone.
Necesito un cambio y lo necesito ya, debo ponerme en marcha y desde luego prescindir de lo prescindible, todos vosotros humanos. No quiero morir ahora, solo llegar a viejo feliz conmigo mismo y que cuando mire atrás
pueda decirme "esto si que ha sido divertido"

lunes, 22 de junio de 2015

VIVE

Intento saber cómo sentirme, porque lo que busco es un sentimiento concreto, ese que a veces transmite la gente, algo blandito  mullidito donde sentirme agustito.
Leo vivencias de otras personas, sus viajes, sus vidas, obras y milagros varios, y los envidio mucho muchas veces. Porque lo que tienen no lo tengo yo y quiero vivir algo parecido.
Más nada porque me siento un preso del día a día que otra cosa, John Rambo quería vivir así, pero claro, yo no soy un héroe de guerra condecorado caído en el olvido que sólo tiene cuatro películas… Intento buscar más vivencias, más independencia, más vida…
Es todo lo que todo el mundo quiere, viajar, amar, el ser una especie de más yo, o al menos eso es lo que nos venden. Quiero ser libre y vivir sin más intenciones que las que no son consumistas, obligatorias, católicas apostólicas o lo que mierdas signifique eso, reivindico el yo.
Pero también pienso en las cosas que me gustan de la gente e intento profundizar en ello, qué les ha costado, qué han sacrificado, que han tenido que pasar para llegar ahí, porque siendo sinceros solo vemos el resultado de los azares de la vida.

Vivir lo resume todo, y vivir lo tuyo, lo propio y lo patrio de ti mismo/a a través de tu propio cuerpo, porque si pones vivir mi vida en el buscador… sólo verás a un cantante. Vive según lo que tengas, tu momento y tu circunstancia, vive lo que no han podido vivir otros, vive por ti, para ti y con los demás, que para los demás es más complicado, sigue y avanza, me reitero: VIVE. (Pero vive tu vida insensato, que la de los demás ya está ocupada)

martes, 2 de junio de 2015

Mecánica

Camina bajo la cenicienta lluvia mientras se pregunta qué hace aquí, no tiene amigos, no tiene familia, quiere suicidarse.
Sujeta con fuerza el cuello del abrigo mientras nota como el agua le cala el gorro de lana, no lleva rumbo fijo y sólo tiene vista para las roídas punteras de sus botas. Tiene frío, no porque su cuerpo vaya prácticamente desnudo bajo el abrigo, es su alma la que no entra en calor.
Una voz metálica atrae su atención,  sus ojos se encuentran con un robot programado para el sexo. El autómata simula el cuerpo de una mujer, lleva únicamente ropa interior y en su cabeza intenta entender como un cuerpo de metal recubierto de piel sintética que no tiene sentimientos  ni siente el frío de la noche, puede ser la imagen más horrorosa que ha visto en la vida, la imagen es repugnante, se escandaliza, se indigna, pero se deja llevar y entran en el ruinoso edificio.
En aquella habitación, en aquel hotel, un androide hablaba de forma sensual, frente a él, un alma sin vida no levantaba la vista del suelo. El robot, ajeno a lo que ocurría dentro de su cabeza se acercó,  suavemente apartó los brazos del abrigo y se lo quitó. La prenda cayó a plomo y descubrió un cuerpo delgado enfriado por la lluvia, tembloroso, pero que irradiaba necesidad, necesidad de amor, de cariño, de importancia, un cuerpo que abrazó a un ser mecánico sin sentimientos y lloró. Los cuerpos empezaban a fundirse y la realidad, como un puñal se clavó en su mente, se asustó recogió el abrigo y huyó tan lejos como pudo.
La lluvia le golpeaba la cara mientras corría entre la gente, los apartaba a toda prisa golpeándose contra ellos, recibiendo insultos y quejas, llegó a otro edificio y subió los tramos de escalera por instinto y ante la puerta que daba a la azotea se arrodilló para recobrar el aliento. Rato después salió al exterior  caminó con la vista al frente hasta el borde del edificio.
Miró sus pies desnudos largo rato y al alzar la vista estaba al lado de aquel androide de placer, sus miradas se cruzaron y sus cuerpos volvieron a fundirse en un abrazo en caída libre, camino de la liberación, camino del asfalto.

jueves, 2 de abril de 2015

Distopía (acercamiento)

Suelo apostarme a la entrada del NO-DO, intento quedarme cerca de un grupo de ancianos intentando evitar sentarme o estar solo, participo de las conversaciones de los mayores para pasar desapercibido a las fuerzas de seguridad y para que los grises me dejen en paz, de lo contrario recibiría una buena paliza como hace unos meses. Los ancianos aportan información valiosa a lo que recitan dentro de aquellos locales, estos hablan de una España distinta a la que conozco de otros países antes de la guerra, que en España había energía eléctrica que daba luz a las casas, que en los locales de NO-DO, había máquinas que proyectaban imágenes en movimiento… impensable en estos primeros años del Siglo XXI…
Estando cerca de aquellas puertas los problemas de sordera ya no afectan tanto a la gente, estamos allí para ahorrarnos las tres pesetas que cuesta entrar y saber cuáles son las buenas nuevas del régimen. El eco nos hacía llegar noticias de que más allá de los muros que nos separaban de Francia la radiación y la contaminación aún eran muy altas y que no había vida fuera de esos muros, las costas del cantábrico también estaban radiadas, no dejaban acercarse a menos de diez kilómetros de la costa. Nos recordaban el duro y arduo trabajo que Franco llevó a cabo para liberarnos de aquella muerte segura, todas las sesiones terminaban con el “cara al sol” en honor al difunto primer caudillo.
La gente salía ya de la sala, normalmente vitoreando al régimen y su nuevo regente, yo aprovechaba para desaparecer de allí sin que me viera la policía. Pero no repare en unos ojos que me seguían y probablemente lo habrían hecho desde que estaba allí, unos ojos oscuros y profundos, que irradiaban la más completa indiferencia; supe en el instante en que ambas miradas se cruzaron que debía huir.
Agaché la cabeza y me puse la capucha, me acoplé el pequeño aturdidor a la muñeca y caminé calle abajo con tranquilidad. Fundirme entre la gente se me da bien, en esta época es necesario saber pasar desapercibido, la inquisición, aunque no lo reconoce públicamente nos sigue cazando, después de la purga en los años ochenta encabezada por Rodrigo de Maria no quedamos muchos ya, pero nos siguen eliminando porque creen que somos los responsables del gran apagón. Para mí fue un mito, un cuento para hacer dormir a los críos, historias de ancianos a la puerta del NO-DO, yo creo en el régimen, pero paradójicamente el destino me hizo ser descendiente de un Ingeniero informático, no sé ni que narices significa eso, pero desde que me dijeron lo que soy y lo que debo transmitir a generaciones posteriores no he dormido bien, soy perseguido por sombras de la Santa Inquisición cuando siempre me he demostrado pertenecer al régimen, me escapé de aquella locura de un pasado brillante y avanzado… el pasado ya no existe, no habrá un futuro mejor, el mundo se ha detenido y somos los únicos supervivientes de un planeta destruido por la guerra, gracias al aislamiento hemos sobrevivido, los únicos que lo han hecho.
Mi perseguidora se mantiene alejada pero no me pierde, giro rápidamente a una calle estrecha sin gente y sin pensarlo entro en ella, no hay ventanas bajas que den a ella y la acera es estrecha, a mi izquierda hay un hueco donde poder esconderme y una oportunidad  para tender una emboscada, me introduzco en la cavidad del edificio y me pego todo lo que puedo a la pared, por un momento pienso que me ha visto, pero he caminado deprisa y no me puede reventar la sorpresa, preparo el aturdidor y espero nervioso.
Ese momento en el que no sabes si el tiempo se eterniza o no ocurre nada es la peor muestra de incertidumbre, y ella no llega, me asomo y no la veo, me pongo aún más nervioso y me golpeo la frente para pensar más rápido, en un instante me agacho y me culo debajo del camión que tengo delante, ya tumbado intento controlar la respiración , oigo pasos de mujer y puedo ver unos bonitos zapatos de tacón, me quedo helado por el miedo, si me ve es una muerte segura, o ella o yo.
Medio minuto después se va acelerando el paso y yo vuelvo a respirar, intento centrarme y pensar en la suerte que he tenido, me repito que debo estar más despierto, he tenido mucha suerte hoy, he de variar las rutinas. Salgo de los bajos del camión y veo al que creo dueño del camión que me mira con cara de furia, le sonrío y le muestro mi cartera, se relaja y me grita que tenga más cuidado, que ya se iba y podría haberme matado.
Vuelvo a la calle principal a integrarme entre la gente y desaparecer, debo entregar un mensaje urgente.


MACHINA (Primer acercamiento)

La crisis mundial que comenzó en la primera década del siglo XXI fue la responsable de acabar con el mundo tal y como lo conocíamos, EEUU se arruinó, y eso fue lo que prendió la mecha para que el mundo estallara en mil pedazos. Al verse débiles los estadounidenses empezaron a presionar política y militarmente al mundo, sus enemigos se crecieron y atacaron sin piedad, Corea del norte y los radicales islámicos iniciaron un ataque que llevó a la última guerra mundial, fue entonces el cuatro de julio de dos mil trece cuando Estados Unidos y Corea del Norte intercambiaron finalmente sus armas nucleares y medio planeta quedó arrasado.
Europa se colapsó y no pudo sostener lo que quedaba del mundo, África incurrió en la mayor de las miserias, Australia se aisló del mundo cerrando todas las comunicaciones y América del sur no tuvo mejor suerte que Europa. Pero China y Japón se mantuvieron al margen, manteniendo su pequeña guerra fría, finalmente el trece de octubre del año dos mil dieciséis firmaron un acuerdo de paz, llegado a manos de importantes empresarios cuyo resultado fue la creación de la mega-corporación JA-NA Corp.
La crisis trajo la guerra, la devastación, el hambre y la pobreza, pero esta unión chino-japonesa resultado de la avanzada ingeniería japonesa con los bajos costes de producción chinos trajo consigo grandes avances en medicina y cultivos. Construyeron nuevos hospitales mejor equipados e implantaron innovadoras técnicas para la curación de enfermedades, nos dieron los grandes avances en cibernética, nos dieron el futuro que veíamos en el cine y leíamos en los libros. Crearon infraestructuras para purificar y repartir el agua, creando nuevas zonas de cultivo inteligente en lugares yermos sin vida, JA-NA Corp. creció exponencialmente, hizo subir las acciones de bolsa y empezó a devolver al mundo el esplendor de antes de la guerra, salvó el mundo… y lo privatizó.
Poco a poco fue adquiriendo almas, pues los brutales beneficios ya no eran suficientes, pronto su deseo de hacer un mundo mejor quedó corrompido por la sed de poder. Las administraciones públicas fueron absorbidas mediante opa hostil como si de una empresa de la competencia se tratara y finalmente la corrupción quedo incrustada en un sistema que se volvería cruel con el menos afortunado.

domingo, 11 de enero de 2015

Sueños

Poco a poco despierto, uno a uno mis sentidos van poniéndose en marcha. No hay ruidos que me molesten, el aire que respiro es limpio y fresco, noto el tejido suave de la ropa en mi cuerpo y cierto sabor a sangre en la boca, abro los ojos y el blanco intenso va transformándose en azul claro.
La temperatura es perfecta para mi, me siento animado y con ganas de hacer cosas y vivir la vida. Me siento feliz.
Pero lo que creo el techo de mi habitación es en realidad el cielo, me incorporo y veo que me encuentro encima de una doble línea continua en la calle, me asusto por si estoy a punto de ser atropellado, pero no hay nadie, no hay gente no hay conductores estresados que pitan a otros conductores también estresados. Estoy completamente solo en medio de la calle. No oigo el cantar de los pájaros.
Camino por la avenida mirando a todas partes, intento gritar en busca de alguien pero las palabras no llegan a mi boca, no hay tiendas ni accesos a los edificios, todo me resulta familiar y a la vez extraño por que realmente no sé dónde estoy.
Reflexiono un momento intentando recordar qué fue lo último que hice anoche y sólo sé que me fui con Noelia a dormir...
Continuo calle abajo sin dejar la línea continua y a lo lejos veo una plaza, no sé por qué llama mi atención, lo veo borroso y aún así me encamino hacia ella, me acerco pero la imagen no se aclara, veo todo lo que hay a mi alrededor nítidamente menos esa plaza y me intriga saber por qué.
Me acerco al lugar y un fortísimo dolor de estómago me invade, repentino, raudo e implacable, me hace caer de rodillas al suelo mientras mis antebrazos se pegan a el, ese dolor aumenta sin parar, tiemblo y un sudor frío me recorre el cuerpo, noto como los huesos rozan el músculo, el dolor aumenta como si alguien hiciera girar una rueda de intensidad, consigo abrir los ojos y veo que el suelo se empieza a resquebrajar, todo tiembla y el asfalto se empieza a abrir, el infinito dolor deja paso al terror, la tierra me va a tragar y no puedo evitarlo, quiero moverme pero no puedo y soy tragado por la tierra. Caigo en la infinita oscuridad.
Poco a poco despierto, uno a uno mis sentidos van poniéndose en marcha. No hay ruidos que me molesten, el aire que respiro es limpio y fresco, noto el tejido suave de la ropa en mi cuerpo y cierto sabor a sangre en la boca, abro los ojos y el blanco intenso va transformándose en azul claro. Estoy en el mismo sitio en medio de la calle, en paz y con calma, sin tiendas ni ruidos ni coches y vuelvo a ver aquella plaza borrosa que me llama, siento su extraña melodía en mi interior y no puedo resistirme a ir de nuevo. Esta vez decido ir corriendo, antes de que llegue el dolor debo estar allí, antes de que se vuelva a abrir el asfalto y me engulla debo llegar, empiezo a notar que las fuerzas me fallan y el cansancio avisa de su llegada, no sé cuanto habré recorrido ya, pero parece que no me he acercado mucho, al menos no veo nada borroso y distingo una enorme columna, en lo alto de esta hay una figura de un ángel apuntando al cielo, su belleza negra contrasta con el blanco puro de la pieza que lo sustenta.
Algo me pasa de nuevo, mi respiración se agita violentamente y caigo al suelo inerte, lo último que siento con todo detalle es como mi cabeza impacta contra el suelo.
Despierto otra vez y no sé en qué clase de lío vuelvo a estar, cuando me recupero descubro que estoy sentado en un cómodo sillón de cuero, llevo calzones y guantes de boxeador, tengo el cuerpo paralizado y sólo puedo mover la cabeza. A mi izquierda veo un hombre que lleva esmoquin, no puedo verle la cara ni cuando enciende un cigarrillo, está al lado de una radio antigua, tal vez de los años cuarenta por su estilo art-decó, en hombre no me dice nada cuando le miro y en la radio suena "I don´t want to set the world on fire". Frente a mi una puerta blanca se alza y abre hacia adentro dejando ver la oscuridad más absoluta, de ella sale un boxeador de raza negra, debe medir como dos metros de alto y posee la mayor musculatura que he visto en mi vida, su sonrisa muestra una maldad que confirma con una sonora carcajada. Carga contra mi con un puñetazo zurdo de tal violencia que me arranca del sillón y me hace caer por la ventana.
Al caer pude ver como el boxeador seguía riéndose, pero al ponerme en pie para huir me vi arrastrado por una marabunta de gente, iban todos con abrigos grises y un brazalete rojo con el puño en alto y gritando enfurecidos, al frente de ellos el ejercito chino los detenía a golpe de fusil, algunos disparos al aire y otros no tan alto, antes de poder darme cuenta de lo que pasaba una mujer se agarró a mi llorando, no entendía qué me decía pero de pronto señaló aquella plaza misteriosa, me introduje en la marea de gente pero nadie salvo la mujer parecía reparar en mi, todos me evitaban de forma natural, avancé a través de la línea de soldados chinos sin que se dieran cuenta, en aquel momento me sentía como un fantasma, me acerqué a uno de ellos y me evitó sin mirarme.
Cuando quise darme cuenta ya estaba en aquella plaza, un lugar amplio y ajardinado, perfectamente cuidado, en el centro se encontraba la columna que sostenía aquel ángel oscuro y la tranquilidad hizo acto de presencia. Me volví y pude comprobar estupefacto la guerra que se libraba fuera de lo que parecía una cúpula que protegía aquella plaza. Un potente sonido hizo que me arrodillara de miedo y pude ver ojiplatico cómo un buque de guerra arrasaba con todo por donde pasaba, edificios tanques y personas. El barco paró frente a la cúpula y los llantos cesaron, los cañones apuntaban hacia mi, abrieron fuego y no ocurrió nada, ninguna estructura pareció dañada, no hubo ruido de destrucción ni de nada que se colapsara, pero yo me desintegraba, me convertía en arena llevada por el viento lejos de aquella plaza, de aquel refugio, por fin encontré la verdadera y por fin logré despertar

viernes, 26 de diciembre de 2014

Correr

Correr, eso es lo único que le quedaba, corría a través de la noche, de los arbustos, esquivando arboles, piedras... por que correr significaba vivir. No podía volver la vista atrás, la luz de la luna no atravesaba las copas del los arboles, y mirar atrás solo significaba perder la única oportunidad que le quedaba para sobrevivir. No recuerda nada de lo ocurrido para llegar a esto, solo el correr, el cansancio, el dolor en las piernas... correr o morir.
Sentía que lo que le perseguía estaba cada vez mas cerca, no podía distinguir si eran pisadas de animal u otro ser humano, el miedo le empujaba adelante sin dejarle tiempo a estudiar la situación. Los pequeños golpes que recibía de arboles y arbustos tampoco le daban mucho margen para estudiar a su perseguidor. El cansancio era cada vez mayor y ya casi no respirar, la adrenalina dio paso al dolor. Hasta que una piedra le hizo caer de cara, no sintió dolor alguno al caer, solo notó que los pasos detrás de el disminuían, seguía sin distinguir si era un animal o las pisadas de dos humanos, el miedo le paralizó, no podía levantar la cabeza del suelo, respiraba muy fuerte, las hojas del suelo se metían en su boca ahogándole, el corazón latía descontroladamente, las pisadas cesaron y podía notar que estaban a su lado, cerro los ojos con fuerza, apretó los dientes con tanta energía como para romper un metal.
Entonces noto un roce en su espalda, del susto final se reincorporó, agitado, sudoroso... para comprobar que se encontraba en su habitación y que su madre le había despertado por que llegaba tarde al colegio.